Por ahí de los años 50, un joven marino decidió anclar su barco y probar suerte en la salinera de Las Coloradas.
Encargado de hacer funcionar las turbinas que generaban la electricidad para la salinera y el pueblo, el “maestro Ux” como lo conocían aquí, era muy meticuloso, le gustaba tener los relojes de su oficina sincronizados para poder controlar los cambios de turno. A penas la luz parpadeaba, sabia que tenia que prepararse para intervenir lo más rápido posible pues de él dependía el corazón de Las Coloradas.
Su esposa y sus cinco hijos venían a pasar con él todas las vacaciones de verano.
Adoraban ir al mar, a pescar, pasear por los charcos, observar las estrellas y platicar anécdotas con los coloradeños. Los veranos estaban llenos de magia ya que este lugar les ofrecía un sin fin de cosas por hacer y era aquí donde pasaban más tiempo con su padre.
Al crecer e irse el maestro Ux, sus hijos, eternos amantes de este pueblo mágico, presentan Las Coloradas a sus ahora hijos con el fin de darles a conocer un poco del abuelo Ux y enseñarles el respeto y la preservación de la naturaleza.
Ahora nosotros, los nietos, queremos transmitir ese amor de familia hacia Las Coloradas, la autenticidad de este pueblo y el respeto por su naturaleza maravillosa que nos ha permitido disfrutar de paisajes excepcionales de generación en generación.